María Cruz Díaz Álvarez, presidente del Instituto de la ingeniería de España
“Todo en la vida que tenemos actualmente, a cualquier nivel, es pura ingeniería”
Mª Cruz Díaz Álvarez, Doctora Ingeniera Agrónoma, es la segunda mujer que preside el Instituto de la Ingeniería de España en 120 años. La primera lo fue hace 20 años, 100 después de la fundación del Instituto con las nueve ingenierías reguladas.
¿No le parece, doña Maricruz que, en este momento tan transitivo, donde el paradigma tecnológico está cambiándolo todo a una velocidad de vértigo, la sociedad necesita la ingeniería más que nunca?
Muchísimo más de lo que suele creerse. O sea, la sociedad, las personas no son conscientes de que todo en la vida que tenemos actualmente, a cualquier nivel, es pura ingeniería. Desde que nos levantamos y tenemos que usar el tubo dentífrico, no nos damos cuenta de toda la ingeniería que hay en meter ese producto en un tubo y para que exista ese tubo. Y de ahí en adelante
Y el cepillo que ya es eléctrico…
Toda nuestra vida y no digamos si estamos enfermos, si tenemos que acudir a la medicina, en estos momentos casi el 60% de la medicina es pura ingeniería.
¿Cuál es el plan de Doña María Cruz para estos tres años que quedan de presidencia para hacer que esa ingeniería pueda ayudar más a la sociedad ahora, que más lo necesita?
Pues lo primero hay un gran trabajo que hacer en mantener lo que somos, y en lo que estamos, y toda nuestra tremenda actividad en el Instituto. Mi finalidad es que se vea a los ingenieros. Que se vea la ingeniería, y que se vea cómo somos. Porque tenemos un tremendo déficit de vocaciones y de ingenieros. Ha descendido enormemente el porcentaje de alumnos que estudian ingeniería. La gente joven “no ve” la ingeniería, no se dan cuenta que la labor social que hacen los ingenieros es infinita. Mi objetivo es que se vea el trabajo, que es un trabajo bellísimo, tú lo sabes, nos encanta, y luego que vean que somos necesarios, que la ingeniería es necesaria.
Las carreras técnicas son más complejas, hay que estudiar más, hay que esforzarse más, ¿no le parece que esa pérdida de vocación tiene que ver con que se les paga peor, y encima ahora el reconocimiento social también es menor?
Yo creo que esa imagen de super trabajo en los estudios de ingeniería, de imposibilidad de hacer una ingeniería porque es muy trabajosa, no es cierta. Nosotros nos hemos esforzado en ser ingenieros, pero nos lo hemos pasado estupendamente. Y nos gustaba nuestra universidad. Y mira, pagar se nos paga a todos mal. Tenemos unos sueldos muy bajos, pero proporcionalmente todavía el ingeniero tiene un nivel más alto que otros profesionales… Y bueno, casi está garantizado que tiene trabajo seguro, ¿no?
¿Cómo se capta desde el Instituto al talento joven, al ingeniero, ingeniera que sale? ¿Por qué va a venir aquí al Instituto y se va a apuntar a su asociación particular y por lo tanto pertenecer al Instituto?
Nos ha costado mucho que se integren con nuestro sistema de funcionamiento clásico, que son las asociaciones y los comités. Porque claro, en los comités hay gente muy especializada, con muchos años de profesión y edad. Y ellos sienten que no pueden intervenir, se sienten coaccionados. Entonces lo que hemos creado no es un comité, sino una red. Una red de jóvenes, que funcionan de forma independiente, presentan sus actividades, sus premios, sus reuniones, y que están acogidos por el Instituto. Y está funcionando
Lo único que se le pide a la red de jóvenes, es que tengan gente de todas las titulaciones, es decir, que no solo sean ingenieros industriales, o agrónomos o telecos, sino que la red tiene que tener representantes de todas las ingenierías.
¿Lo habéis conseguido?
Lo vamos consiguiendo. Es difícil que se apunten, pero la verdad es que lo vamos consiguiendo. Vienen aquí, se reúnen aquí, ven las ventajas, se sienten apoyados y de alguna forma hay una mentorización. De alguna forma, ellos encuentran que es un sitio donde pueden preguntar, oye, ¿esto cómo se haría o cómo se dejaría de hacer? Y eso, sin la rigidez de los comités…
Si nos remontamos al 29 de octubre del pasado 2024, llevamos un año de desastres, que ya sean naturales o no, han ido precedidos de falta de inversión, mala gestión y peor toma de decisiones ¿Hacen falta desgracias para que la sociedad empiece a oír las quejas de los ingenieros, en beneficio de la propia sociedad? .
Más que quejarnos, lo que queremos es que se oiga lo que estamos diciendo, y lo que estamos proponiendo. A veces hay un sentimiento de que la sociedad tiene un cierto desprecio al conocimiento, cuando es con el conocimiento con lo que podemos vivir mejor, con lo único con lo que podemos sobrevivir en ocasiones. Tantas veces que hablamos de gente que muere o de destrucción…Entonces, que se escuche a la ingeniería, que se nos escuche, que se nos vea, que se sepa que estamos ahí, que estamos diciendo las cosas que hay que hacer, desde el conocimiento. Y que se haga caso a los que saben. En beneficio de todos.
